Seguidores

NO COPIAR.

Por favor, NO COPIÉIS SIN MI PERMISO. Si os gusta alguna entrada y la queréis poner en vuestro blog, ningún problema, siempre que:
1. Me lo digáis a mí primero.
2. Pongáis que lo he escrito yo.
Ya me han copiado más de uno y no me ha hecho nada de gracia.

Un beso.

Buceando en mi interior

Mi foto
Me gusta dormir. Muchísimo. Y la nieve, ver el cielo blanco un día y saber que va a nevar. Me gusta cantar, aunque lo haga mal, me encanta la música, sobre todo el Rock. Me gusta, me encanta, la fotografía, tanto artística como tonta. Me gusta hacer (me) fotos, verlas, disfrutar con las imágenes. Luego me gusta retocar esas imágenes, darles mi toque, poner mi esencia. Quitar lo feo y pintarlo bonito. Porque también me gusta ser feliz. Y sonreír. Y reírme de todo y de nada, llorando siempre, eso sí. Y cuando tengo un día malo, me gusta que sea malo. Me gusta disfrutar de mis depresiones, seré tonta, pero… No intentes animarme cuando esté mal, simplemente, déjame llorar y punto, se me acabará pasando. Me gusta comer chocolate. Está buenísimo. Pero que sea negro, cuanto más puro, mejor. Me gusta sentarme en la hierba y arrancarla. Y cuando hay tréboles de cuatro hojas, me gusta encontrarlos. Igual que encuentro lo bueno dentro de lo malo. Me gusta el color amarillo. Me gusta soplar las velas de una tarta de cumpleaños. Me gusta empanarme, sí señor, y lo hago de maravilla. Me gusta mirar las estrellas pensando que alguien más las estará mirando conmigo.

sábado, 29 de enero de 2011

Una foto en blanco y negro.

En las películas, siempre llueve cuando hay una escena triste. Supongo que la lluvia, el gris, se puede identificar con las lágrimas y con el blanco y negro del corazón cuando las cosas no van bien. Hace que todo adquiera ese matiz pesimista, que te haga sentir en el papel del protagonista y te den ganas de llorar.
Curiosamente, en mi pueblo no deja de llover en los últimos días. Tampoco en mi corazón. Y no, las cosas no están como deberían estar. Me hace gracia cómo a veces todo se pone de acuerdo para salir mal a la vez, hasta el tiempo; será cosa de Murphy.
Supongo que solo me queda esperar, algún día volverá a salir el sol. Mientras tanto, solo puedo reiterarme en el título de mi blog, y decir que la lluvia nos ayuda a crecer.

jueves, 27 de enero de 2011

Es imposible parar algo inevitable.

Está cansada de día. Últimamente trabaja mucho. Se pone el pijama, ancho, cómodo. Baja a la cocina, coge un tazón y lo llena de leche. Lo calienta, mucho, tiene frío, y se echa colacao. Lo sube hasta el salón, le apetece relajarse un poco. Enciende la tele. No echan nada interesante, así que la apaga. Prueba con el ordenador. Decide revisar sus correos, y descubre que tiene uno nuevo.
<<Ya ha contestado. Mierda... La verdad es que no me apetece ni leerlo>>.
Y se para un momento. Se sorprende a sí misma pensando eso. Durante 4 meses, él ha ocupado totalmente sus pensamientos, la ha hecho feliz. Solo hablaban por ordenador, y se veían a la cara muy de tarde en tarde, y cada vez que le veía conectado, una sonrisa invadía su cara, ese cosquilleo, esa felicidad extrema que sientes cuando estás enamorado. Fue una relación extraña, difícil, pero bonita. Acabó hace cerca de un mes.
Desde entonces, ella, en otros tiempos siempre alegre, se ocultaba bajo una máscara de falsa alegría, aparentando estar bien. Se engañaba incluso a sí misma, se creía fuerte. Pero la noche coseguía vencerla siempre. No podía evitar que sus ojos se bañaran en lágrimas al acordarse de él, de sus besos, de tantos momentos...
Sin embargo, esa semana, las cosas cambiaron. No pasó nada especial, pero algo se activó de repente. Se dio cuenta de que ya no pensaba en él siempre, solamente le recordaba de vez en cuando. Y ya no se conectaba tanto, no dependía de él como antes. Y sobre todo descubrió que no la merecía la pena seguir llorando, pasándolo mal. La sorprendió esa reflexión, darse cuenta de que ya no le producía felicidad tener noticias suyas, sino malestar. Algo se le revolvía dentro cuando recibía sus correos, quizá no necesitaba seguir removiendo el pasado. <<Lo dejamos, y se acabó. Puedo seguir adelante. Tuviste tus motivos, ahora me haces a mí tener los míos. No me merezco estar mal...>>.
De repente, empieza a reírse. Y no puede parar. <<Qué tonta soy a veces...>>
El mensaje no era de él.

sábado, 22 de enero de 2011

Terminé de llorar y se puso a llover.

Creer en alguien. Apostar tu vida, regalar tu tiempo, haciendo que cada gesto merezca la pena. Para luego descubrir, ¿qué?
Esas Navidades prometieron ser especiales. Pero me fallaron.
No lo fueron.

Fue como subir a una montaña. Poquito a poco, paso a paso, despacito, sin pausa pero sin prisa. Cada vez era mejor la sensación de ascenso. Ver que estabas arriba, sentir la libertad de ver todo lo demás pequeño, y lo que tienes al lado, gigante. Tan gigante que lo ocupaba todo. Te llenaba. Y de repente, sentir tu mundo temblar, ver como esa montaña desaparecía bajo tus pies, y tú caías, y caías, y caías... No veías la hora de llegar al suelo, aterrizar por fin. Solo que esa sensación de caída, de vacío, no terminó con un aterrizaje, sino con un golpe. Te estrellaste, amor. Moriste allí mismo.

¿Creías que por una vez iba a ser diferente? Pues estabas muy equivocada, no existen los finales felices.

jueves, 20 de enero de 2011

Ya nadie nota un guisante en la cama.

Un tiempo después. No mucho, quizá el suficiente. Maldito enero, llueve otra vez. Invierno en la ciudad, lluvia en mi corazón. Mi mundo, empezando a temblar, presiente que se acerca el final. El horóscopo dijo que aquel no fue el día, y las cosas no salieron como deberían, cuando terminé de llorar y se puso a llover. Me siento tan estúpida contándolo… No soporto que me veas llorar, pero llovía demasiado para contener las ganas. Pero aunque duela, la única manera de solucionarlo es afrontándolo, ya sabes, a lo hecho, pecho. ¿Qué voy a hacerle si ayer era ayer? Que nada dura eternamente. Pero mientras llega sé que va a doler. No lo puedo recuperar, no pude juntar el agua con aceite, tengo que hacerme a la idea, pero es que olvidar quince mil encantos es mucha sensatez. Desde que te fuiste, mis dos neuronas te extrañan, me siento como Venecia sin agua. Era pronto para todo y tarde para cambiar. Aún me guardo algunas fotos que no me atrevo a mirar. Era todo tan hermoso que no podía durar, en la flor de nuestras vidas con tanto amor para dar. En el fondo reconozco que nos gustaba jugar a tener el mundo en contra nuestra. Era todo tan hermoso, se fue deprisa y no volverá. Tú y yo lo aprendimos bien, lo que empieza acaba. A la altura del perejil se han quedado todos mis sueños, mis jirones de sueños, de donde estoy colgada. Allí pude ver como un día me besabas, de la cama yo caí agarrándome a la almohada. He caído en la cuenta de que no estás tú, me volví a la cama y apagué la luz. Hoy me he vuelto a despertar sin ti, puedo acostumbrarme, lo que peor llevo es el olor que en mi alma dejaste. Ahora que sé que no estás me pregunto si tú me recuerdas a mí, yo paso el día pensando en ti, en los gestos que eran nuestros. Han quedado sus pedazos donde los pusiste tú. Igual que entonces era siempre, lo que dejaste sigue ahí, aunque el 90% de mí se fue con tu cuerpo. Éramos uno y uno y luego dos, el mundo es un pañuelo y todo se puede cruzar, no por más tirar de las palabras vamos a tener más suerte. Y es que puede que esté bastante avergonzado y no lo voy contando por ahí. Con la vergüenza empiezan los problemas, y yo tengo uno con mis emociones, cuando llegan toman todas las decisiones. ¿O el problema es siempre hormonal? Me pone malo esta situación, porque siempre al final, algo falla, aunque nunca hubo maldad, solo ingenuidad. Palabras sin saber que decir, como una puñalada. Y ya no hay mucho más que añadir, da igual lo que pensaras. Yo pintaba puentes por ti, y ya no pinto nada, cada beso en la boca es nada, como si no hubiera pasado nada. Yo buscaba el cielo en tu mirada, y nunca sabré lo que encontraste tú. Yo regalaba mis fines de semana. Yo me gastaba todo en sonreír. Y aunque miraba mucho, nunca llegue a entender las cosas. Tú lo dijiste un día: "te quiero, pero no sé bien por que...". Éramos bichos raros,  lentos y asustados. Nos matábamos tal vez, nos moríamos de sed. Nadie, los dos a la vez. Dos heridos graves, desperfectos claves, como dos gotas que se caen al mar. Una flota, la otra se ahoga. Las dos tiemblan, no por igual. Se fue su par, pensó “that’s life”. Quiero ser y sentir lo que era antes de ti. Y quisiera ver en ti la luz,  que encontré algún día pero no eras tú, fue tan solo un simple reflejo de la condición de mi corazón, que tiende a sufrir cuando habla de amor, ni contigo ni sin ti tienen mis males hoy remedio. Y dejar de lado la vereda de la puerta de atrás por donde te vi marchar. Tengo toda una noche por delante, y demasiadas por detrás confesándole a mi almohada que nadie me ve llorar. Cuando llegan las estrellas temo que mi sensatez subestime mi manía de querer volverte a ver. Días largos, besos guarros se funden sin control, aeropuertos, vicios caros, son los restos del naufragio. Me sale tan mal mirar hacia atrás, voy a entrar en fase paranoia, se me humedecen los ojitos cuando sueltan que ibas con alguien más… De hecho, me está matando el mismo sol que a ti te alumbra, solo queda esperar, comerse los huevos por todos aquellos que beben a morro de ti, de tus besos, morirse un poquito con tanto silencio, cerrar las cortinas, buscar otro aliento... Pero no importa, estaré bien, las cosas que te dije ayer no son tan claras que si son verdad no puedo abandonar. Siempre te voy a querer de verdad, aunque no volveré a quererte tanto, ni tampoco volveré a dejarte de querer. Pero sé sincero, dime que no serías capaz de dejarte llevar, volver a empezar. Suena demasiado bien… No quiero que te vayas, pero sé muy bien que tú te irás, como lágrimas en la lluvia; me gustaría pedirte que me abrazaras como si fuera ahora la primera vez, como si me quisieras hoy igual que ayer. No sé lo que daría yo por retenerte al menos otro instante. Perder a solas la razón y ese cielo que tanto me gustaba regalarte. Nos vino a visitar la cruda realidad, entró sin llamar. No te miento cuando digo que tu mirada sigue aquí, que algunas noches me recuerdes, que no me dejes de sentir. Yo andaré cerca por si vuelves esas palabras a decir. Y de mi mundo ahora hundido sólo una verdad, que no estás tú, y que no tengo nada más. Y ahora quién llama al olvido, y ahora quién vuelve a contar estrellas que no brillarán. Si tú no cuentas conmigo, si no quieres soñar, vete en silencio, ahora ya puedes olvidar… ¿Dónde están los besos que por la noche te hacían volar? ¿Los labios que siempre decían sí? ¿Dónde están las noches sin pastillas para dormir? ¿Las penas que solo eran penas para los demás? ¿La colección de promesas por cumplir? Joder, cómo pica recordarte... Recuérdame que lo de ayer, no se olvida sin querer. El doble filo de un amor real, actores sin guión, lo que nadie puede escribir. Veo películas, no paro de mentir. Sales en todas, al principio y en el fin. Podré soñar con todas las secuencias rodadas en panavisión, y el corazón me lanzará una mueca; se cae al suelo y no se queja demasiado, “podría ser peor”, se dice y sigue caminando. Para acabar, no te pido más que cuando te enganches con aquella, me guardes un sorbito. Tú feliz, yo sin rumbo. Tú de brazo en brazo, yo me derrumbo, tendiendo mi pena al sol en la cuerda de tender desolación, que ya estoy hasta las tetas de poetas de bragueta y revolcón, de trovadores de contenedor. Para mí lo fácil es odiarte, pero debo de estar haciéndome viejo, y por verte sonreír he vuelto yo a perder. Me conformaría con bailar un rato con la felicidad, o empezar a asimilar lo raro que es todo si no estás. Y aunque se que nuestra historia es la que nunca pudo ser, en algunos de mis sueños ser valiente es tu papel. Pobre corazón que no sabe que decir, si te vas por lo que soy o por lo que nunca fui. Hay caminos que hay que andar descalzo, y ahora, duermo tras el vendaval, y sueño con despertar en otro tiempo y en otra ciudad. Me estoy quitando, pero, en este momento, lo único que sé, es que alguna vez me sentí especial.
En fin, parece que va a llover…